Tenía tiempo que no salía un domingo a golpe de 11 a.m. a disfrutar un desayuno con un buen amigo. Iván Avendaño fue el responsable por reconectarme con la movida dominguera del caraqueño clase media, y del sifrino coprófago que, por desgracia, también pulula por las calles de mi bella y dislocada ciudad. Esa mañana la comenzamos con un desayuno en la Saint Honore, por que a Iván le encantan los huevos a la benedictina que preparan ahí, Por mi parte, paso y gano, mi desayuno, (Opción #2 huevos con pavo) fue lo mas feo y maluco que haya probado en mi vida. Pura fama, aquí lo único que sirve aquí son las tortas, panes, dulces y la lasaña vegetariana. Mientras esperaba a Iván, me llamó la atención todo lo que pasaba a mí alrededor, la conversación constante sobre temas diversos: la casa, los maridos, con quien sales, como están los muchachos, etc. En eso reparo que alguien esta barriendo el piso, y ahí entre migas de pan, servilletas descartadas, y sucio en general, se barrían las aspirac...