En mis años de estudiante en Lewiston, Idaho, fue cuando conocí lo que los estadounidenses celebran como el día de Acción de Gracias. Cosa que para nosotros los venezolanos, o de cualquier otra nacionalidad al sur de la frontera con México no celebramos ni entendemos por que a nosotros en vez de colonizarnos los europeos peregrinos que buscaban libertad de religión, nos mandaron a una cuerda de reos españoles que lo único que buscaban era evadir la justicia y hacerse ricos rápidamente. En fin, volviendo al cuento de dar gracias. Mi mama americana, Betty Metcalf, nos invito a 5 venezolanos a que compartiéramos con ellos ese día tan especial. No fue una cena cualquiera, nos llevaron a Medford, Oregón, a unas 16 horas en carro de donde vivíamos, y lo celebramos junto con los padres de ella, su esposo Mel y April, su hija que en ese entonces tenía unos 11 años. De mas esta decir que no solo fue la emoción del viaje hacia lo que se consideraba el Viejo y Salvaje Oeste Americano, sino el c
Un poco de todo y para todos.