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Un cuento comido, bebido y con sonido

El Menu del cuento
Me pareció tan divertido el relato de Maya García sobre un encuentro de armonía eno-gastronómica, o maridaje como también le dicenm y creo que éste término es el que le viene mejor a este cuento donde más de uno ha metido la mano y la imaginacion. Luego lean a Maya y a Pocho Garcés para que entiendan.

Pensé que ¿Como iba pisar donde otro ya ha pisado?  Pero siempre volví al elemento pasional y fantasioso de este menú de mi amigo Pocho Garcés. Me llamo la atención que el dibujara cada plato del menú. Me lo imagino con los marcadores de colores en mano – No, ya va esa sería yo, perdón Pocho pero conociéndote creo que usaste una Mac para eso, ya que yo también conozco tus dotes de diseñador gráfico por haber trabajado codo a codo contigo por varios meses.

Volviendo al dibujo de los platos del menú, con vistas laterales y cenitales, son el abreboca imaginario para ver como ruedan untuosas estas lágrimas de chorizo y como tiembla, delicada y temblorosa la mariposa de pétalos de tomate entre ramilletes de aromas herbáceos.

El menú de Pocho me acuerda al dibujo del Principito de Antoine de St. Exupery, donde todos los adultos veían un sombrero, y solo el pequeño veía a una glotona boa constrictora que se había tragado un elefante. Ese primer dibujo de ese clásico cuento es el que no me abandona desde ayer tarde cuando Pocho me pidió que revisara su blog y el de Maya.

Más allá de los dibujos, me atraparon los colores y los aromas, los sabores y la imaginación. Iba leyendo a Maya cuando describe, con una picardía muy femenina, como va progresando esa cena plena de colores y aromas al ritmo de la música y satinados por los vinos escogidos por ella para la ocasión.

Colores y aromas….y luego imaginar los sabores…..escuchar la música y deleitarme con Vivaldi o comenzar con algo tan delicado como una canción de cuna, Hush Little Baby, que habla de todo lo que los padres le prometemos a un niño y de todo lo que tratamos de enmendar cuando las cosas fallan y de cómo tratamos de hacerlos sentir mas seguros así nosotros no lo estemos. También que la escogencia de esta versión mas alegre de Yo-Yo Ma y Bobby McFerrin va bien con esa entrada donde uno de verdad tiene que callarse, sacar hasta el ruido mental, y meterse de lleno en las sensaciones que se producen entre nariz y boca, enfrentando ese bocado con toques de delicadeza y malicia, de seducción y de inocencia.

La sopa de suero de cabra con las lagrimas de chorizo (justo como me la imagine) . Fotos de Pocho  Garces
A través de los relatos de Maya y Pocho saboreé la sopa de suero de leche de cabra e imaginé un sabor cremoso y con toque picantoso aportado por esas lágrimas de chorizo. En mi mente veía el plato blanco y cremoso con puntos untuosos de color ladrillo oscuro, me imagino el aderezo de coco cayendo como diminutas hojuelas de nieve sobre el plato. 

El resto de la cena me la disfruté de igual manera, imaginando los colores sobre platos blancos, sus delicados arreglos, sus sabores y aromas y hasta su armonía con cada uno de los platos servidos.

El postre a base de chocolate y titiaros me transporto a mi niñez, por que no hay cosa que me recuerde mas de mi papá, Carlos Apitz Vega, que el viaje a Choroní  y los titiaros que él nos compraba en la carretera. Cuando estaban bien maduros nos hacía “revolcaos” (titiaros maduros rebosados en huevo servidos con queso blanco y papelón). Ese gusto del chocolate tendido sobre los titiaros desapareció entre risas al primer sorbo virtual del cosecha tardía escogido por Maya para el postre, y quien se tomaba un sorbo entre bocado y bocado; degustando el placer de ambos por igual.

Y ahí es cuando me vienen a la cabeza las suaves notas de Hush Little Baby, pero una versión mas apegada a su intención inicial que poco a poco se mezcla con Celestial Soda Pop de Ray Lynch.

The End


Como verán si terminé pisando donde antes habían pisado y dejando mi propia huella por que para mi este cuento comenzaría con Pocho, plato en mano, entrando cual duende de Sueño de una Noche de Verano al ritmo de las Canciones del Bosque de Jethro Tull. Esa flauta de Ian Anderson me recuerda tanto a un Prosecco de Carpene Malvolti.
Bueno pero eso ya es material para otra historia….
Bon Appétit!

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